F1
A menos de diez kilómetros de distancia del circuito de Sakhir, los antidisturbios y los manifestantes se enfrentan en áreas cerradas al paso, donde AS pudo entrar, pese a los problemas con la Policía
Le acaban de romper el cristal delantero de su coche y aún tiembla. Pese a todo, Dana intenta sonreír al que llega de lejos. Cuente lo que pasa aquí, explica con voz trémula como en una película de un país en guerra. Pero esto es real. Apenas hace unos minutos que la Policía ha logrado que los manifestantes regresen a sus casas y el ambiente es denso en Sitra, un pueblo apenas a diez kilómetros del circuito de Sakhir, donde la caravana de la F-1 intenta abstraerse de una realidad cruel.
Bahrain quiere esconder a la F-1 sus miserias, la represión contra su pueblo. "La razón es que no tenemos para comer, ni agua en las casas, ni nos podemos lavar. Por eso la gente que vive junto a las refinerías de petróleo protesta. Ésa es la verdadera razón", cuenta con vehemencia el taxista que me enseña la zona donde aún los policías miran con las pistolas en alto y sus cascos puestos.
Unos kilómetros más allá, aún en la carretera hacia el circuito (que podrían cortar), los antidisturbios cierran la entrada. De repente uno de ellos grita y empieza a correr hacia nuestro coche. Nos paran, piden la documentación al chófer y me acusan del delito de hacer fotos. Se llevan mi pasaporte y acreditación de periodista, parece haber dos bandos que discuten a voz en grito. Unos quieren llevarme detenido, los otros esgrimen el pase rojo de la F-1 como garantía. Tras media hora de negociaciones puedo marcharme. Seguimos camino, los carteles de 'F-1 No' están por todas partes junto a retratos de líderes opositores asesinados.
Un pescadero vende en plena calle mientras las moscas rodean su mercancía. Unos cuantos le miran y Ahmed, el más anciano, me explica que saben lo que es la Fórmula 1, pero que no quieren que esté ahí porque el mundo va a conocer un Bahrain que no existe y no van a saber lo que está pasando, que la F-1 hace el juego al gobierno. Otros me increpan al saber que viajo por todo el mundo con este deporte. Incluso una mujer me escupe, pero luego pide perdón cuando los demás le explican por qué estoy ahí. Entrar en las zonas cerradas no es fácil y agradecen el esfuerzo. Bahrain quiere que la F-1 sólo vea los hoteles de neón y piscinas azules.
La carretera discurre cerca, el mismo sitio en el que la noche anterior un coche de Force India se quedó a pocos metros de un cóctel molotov. Los ingenieros llegaron con el miedo en el cuerpo a su hotel. Uno de ellos abandonó el equipo y volvió a Inglaterra. Con su familia.
El resto quedó a las cinco para regresar todos juntos, pero sin camisetas oficiales. No quieren que sepan que son de la F-1, saben que no son bienvenidos. A las cinco un directivo de la FOM se reunía con responsables de la escudería intentando tranquilizarles. Y en el paddock el rumor de la suspensión de la carrera corre como un deseo de volver al calor del hogar. Cuentan que los ingenieros de radio de la empresa Rydel para los equipos se plantean abandonar y eso pondría en peligro la carrera. Hoy es la primera gran prueba.
Los organizadores dicen que el domingo habrá mucha gente en la carrera. Ahí estará Alonso. Fernando llega al circuito tarde y pregunta, ¿todo normal, no? Ha ido del aeropuerto al hotel y de ahí a Sakhir. Ni siquiera le ha dado tiempo a ver lo que queda de la Plaza de la Perla, ahora una rotonda de arena repleta de alambradas y con tanquetas del ejército por todas partes. Menos aún a Dana tiritando de miedo dentro de su coche...
fuente: http://www.as.com/motor/articulo/bahrain-esconde-represion-formula/20120420dasdaimot_1/Tes
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