lunes, 30 de diciembre de 2013

ACTITUD + ADRENALINA= SCHUMACHER

NOTICIAS VELOCES
por: @tbolano



Como una definición indisoluble el alemán se convirtió  en el trayecto de su vida en un nuevo concepto relacionado con el vértigo y  velocidad.  Obsesionado por ser más rápido que su propia naturaleza  y condición de ser humano, encontró en la ingeniería de las maquinas la herramienta para complacer sus gustos que desafiaron desde muy pequeño el hilo delgado que separa la vida y la muerte en la competición.  
El deporte motor trae consigo el anclaje en  el peligro inminente. Luego de  14 temporadas en la máxima categoría del automovilismo mundial como  lo es la Fórmula Uno, fueron muy pocos los accidentes importantes en relación al total de su carrera deportiva.
La obtención de 7 campeonatos mundiales  lo mantiene al tope de las estadísticas seguido por Juan Manuel Fangio  con 5 títulos  y Alain Prost  Y Sebastian Vettel con  4.  Con 91 victorias y 155 podios, se  convirtió en el hombre a vencer por las generaciones que hoy se abren paso con el objetivo de destronarlo en tal sentido.
 A Schumacher  (entre otras tantas cosas) se le atribuye la culpabilidad de haber hecho aburrido un mega -espectáculo  como la F1 durante  las temporadas 2000 hasta la de 2004 inclusive coronándose en cada una de ellas como campeón indiscutido y  con un abrumador  peso específico de competidor nato.
Por otra parte fue él quien reorganizó con su llegada  en  1996 al equipo con asiento en Maranello  (Italia) para que después de 21 años  y último campeonato obtenido por Jody Scheckter  la roja Ferrari recupere buena parte de su representatividad  histórica  con su aporte conductivo de excelencia.
2006 fue el año de su aparente retiro , pero la sed de protagonismo  y competición ( en términos  de desafío personal )  lo llevaron a que en  2010 nuevamente se encuentre en su hábitat natural, en las pistas, en un cockpit  de un monoplaza  Mercedes  Benz   e intentando sostener  los  lauros  con su presencia  implacable.
La prensa exitista  mundial lo descalificó en relación a la pregunta que fue el disparador  central de su acción: ¿ Es necesario volver después de haberlo ganado todo, corriendo el riesgo de borrar parte de esa imagen de campeón absoluto?.
La respuesta  de Michael  fue tan sencilla que movilizó a quienes entendieron la concepción de un deportista que mantenía la idea principal de su actividad: “Seguiré compitiendo mientras sienta el placer de hacerlo. Cuanto más corro, más me gusta este deporte”.

Su retiro definitivo lo selló en la última fecha del torneo 2012 en el circuito “José Carlos Pace” en Sao Paulo (Brasil)  ante una ovación que hizo vibrar a “Interlagos” desde todas las gradas al costado del trazado.

La Ironía se interpuso en su camino y el domingo 29 de Diciembre de 2013 y en ocasión de estar esquiando en los Alpes franceses, Schumi impactó su cabeza contra una roca la cual provocó en el golpe serias lesiones en su cerebro.   

Hoy un día después de lo sucedido el mundo espera nuevas y alentadoras noticias sobre su estado de salud, tal vez procurando que comience una repuntada épica como en tantas otras oportunidades lo hizo, pero ahora la meta no es la bandera a cuadros ni un trofeo más en su amplia vitrina de galardones, sino doblar bien prolijo en la curva del cielo para no irse afuera y entrar a la recta principal mano derecha en alto y mostrarle al mundo su triunfo más importante ….el de su propia vida.   

“Nunca he sentido que alcanzara mi límite personal, donde es posible que no pudiera ir más rápido si el coche fuera capaz de ello. Siempre ha sido el límite del coche lo que me ha frenado”..Michael Schumacher
 

miércoles, 30 de octubre de 2013

La razón de Los Autos Locos

NOTICIAS VELOCES


Por: Juan Pablo Zangara
(Especial para Noticias Veloces.)
 


Este enorme aporte al blog es mucho más que reconocido teniendo en cuenta no solo la amistad que nos une con el redactor, sino la capacidad de sorprenderme en cada entrega desinteresada y en todos los casos apelando al análisis cultural y relacional entre la ficción, la literatura y el conocimiento científico.    


1. “Y aquí están de nuevo, el más osado grupo de pilotos de carreras del mundo en sus autos locos, compitiendo en las carreras más peligrosamente divertidas de la historia. Ya se acercan a la línea de salida. En primer lugar viene Pedro Bello en su auto Súper Heterodino; lo siguen Brutus y Listus en su Troncoswagen; en tercer lugar, el Súper Chatarra Special; y en cuarto, la Antigualla Blindada, guiada por Mathew y sus pandilleros. Y ahí va ese súper cerebro, el profesor Locovich, en su auto convertible. Ah, y ahí está la hermosa Penélope Glamour, la encantadora reina del volante; la siguen los hermanos Macana, Pietro y Rocco; detrás de ellos viene el Espantomóvil de los tenebrosos; y enseguida el Stuka Rakuda del barón Hans Fritz. Con el número 8, el Alambique Veloz de Lucas y el oso miedoso. Oh, y ahora se acerca el Súper Ferrari, conducido por ese par de malosos, Pierre Nodoyuna y su diabólico perro Patán. Se preparan para la salida y… ¡arrancan!”.
Una treintena de episodios, producidos por William Hanna y Joseph Barbera entre 1968 y 1970, bastaron para convertir a la serie animada Los Autos Locos (inicialmente, una parodia del filme La carrera del siglo, de 1965) en una de esas experiencias en las que aprende a reconocerse una generación. Si se observa con atención, es fácil advertir en cada coche una “w”, que remite al título original, Wacky Races (algo así como “carreras chifladas”). Es la misma chifladura la que impulsa las trampas con que el Coyote intenta atrapar -sin suerte- al Correcaminos (otro cartoon que transcurre en las rutas), o que anima las tramas lisérgicas de La Pantera Rosa (ah, el espíritu de los sesenta).

2. Dos mecanismos sostienen la intriga de cualquier capítulo de Los Autos Locos. El primero pasa por las dificultades que el camino les presenta a estos intrépidos pilotos: en un recorrido geográfico que se permite todas las licencias que hagan falta, cada carrera se desarrolla en las rutas norteamericanas y atraviesa así estado tras estado (¿y no fue así como nació nuestro Turismo Carretera?). El segundo pasa por las trapisondas que pergeña el villano Nodoyuna para complicar a sus adversarios y sacar ventaja, aunque sólo consiga llegar siempre último a la meta (porque él mismo termina siendo la víctima de sus engañifas).
La razón de estos autos locos reside, sin duda, en la simbiosis entre cada piloto y la máquina que conduce, como si ésta fuera una manifestación plástica de su identidad. Los cavernícolas hermanos Macana empujan a puro mazazo un coche con forma de roca. El móvil del leñador Brutus (cuyo copiloto es un castor) está hecho, claro, de leños, y sus ruedas son sierras. El campesino Lucas maneja (¡con los pies descalzos!) sentado en su hamaca, y es impulsado por un viejo alambique. El “convertible” del profesor Locovich puede, efectivamente, convertirse en cualquier medio de locomoción. Un pequeño vampiro púrpura y un temible ogro conducen una casa embrujada sobre ruedas, de cuya torre asoma cada tanto un dragón para darle mayor potencia. La máquina de la bella Penélope cuenta con labios cromados y alerones en forma de rubia cabellera. No faltan el tanque para el sargento y el soldado, ni el avión de la Primera Guerra (con ametralladora y todo) para el barón alemán, ni el sedán de museo para los siete enanitos (perdón, los siete gánsteres).

3. Si el camino y la rueda pueden pensarse como extensiones del pie (así lo propuso Marshall McLuhan en La comprensión de los medios como extensiones del hombre), ¿no podría pensarse el automóvil como una extensión del alma del piloto? (Y los dibujos animados como una extensión de la infancia. O su continuación por otros medios.)