(Historias de pilotos)
Por: Leandro Bolano
Poco han cambiado las cosas desde hace una veintena de años. Llegar a ser
piloto de una marca reconocida como “Aprilia”
y en la categoría de cuarto de litro a nivel mundial, se debía no solo al
aporte económico de un piloto, sino a las condiciones para llevar verticalmente
motos tan veloces y nerviosas .
El caso de Marcellino Lucchi, no deja de asombrar, ya que no solo corrió para la factoría con sede en
Noale (Italia) en su condición de
colaborador, sino que aportó datos importantísimos gracias a sus dotes de
tester quien llegó también a ganar un Gran Prix en su propio país.
Lo más llamativo que de un piloto se conoce en su faceta deportiva. Suele
pasar por sus palmares y su trayectoria, pero en este caso lo mejor está por ser
contado.
Lucchi, nacido en la ciudad
italiana de Cesena, la cual se
encuentra en la provincia de Forli (Italia),
comenzó su historia deportiva a los 20 años de edad al comando de una Yamaha, compitiendo
en el campeonato europeo en 1982 y 1983
regularmente y luego de forma esporádica, obteniendo 6 años más tarde el mejor resultado final en
el torneo con un segundo puesto en el Ranking.
Lo mejor de su historia, está en que su dedicación a la competición nunca
fue del 100%, ya que su trabajo original fue el de “operador ecológico” en su
ciudad natal.. Halgo así como un “basurero” por nuestras tierras.
Marcellino, ofició como “comodín” de la casa italiana para participar en
las fechas del Continental Circus en Italia y otros huecos que permitieron al
mejor tester de Aprilia, tomar contacto con el asfalto y así poder transmitir a
los ingenieros toda su percepción de la máquina para un mejor desarrollo.
Por aquellos años Marcellino tenía en su haber 40 años, los cuales no le
pesaron para competir de igual a igual contra el joven Valentino Rossi y Loris
Capirossi (entre otros) a pesar de sus interrumpidas participaciones y bajo la
denominación de “Wild Car” (Piloto invitado) o mejor definido como colaborador.
El sueño de Lucchi, si hizo realidad en su propia tierra, cuando el 17 de
mayo de 1998, ganó ante su público, aquel que lloró de emoción al observar que
el piloto que comandó la máquina “34” llevó bien alto su espiríritu de
gladiador al coronarse en el Gran Prix de Mugello.
“Il Nono”, les dio una lección de manejo a las jóvenes promesas del
motociclismo, con 41años de experiencia, y no conductiva, sino de luchador perseverante
en busca de su propio deseo... el de llegar a ser profeta en su tierra.
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