miércoles, 29 de mayo de 2013

Metáforas veloces

NOTICIAS VELOCES
(Invitados especiales)


Por: Juan Pablo Zangara
(Especial para Noticias Veloces.)


1. Marcha bien. Anda sobre ruedas. Me pone a cien. Tuvo que poner freno. Fundió biela. Chocó contra la dura realidad. Hay que pegar un volantazo. Bajá un cambio. No te aceleres. Está como un camión. ¡Altas llantas! El mundo motor es una máquina retórica imparable y una usina fabulosa para la poesía cotidiana, ese combustible inagotable que hace andar el diálogo social. La metáfora no es un recurso que los eruditos puedan detener en los boxes: es una supernova que estalla en cualquier momento y lugar, una epifanía que le ocurre a cualquiera.
La esencia de la metáfora -escriben George Lakoff y Mark Johnson- es entender y experimentar un tipo de cosa en términos de otra. La metáfora impregna la vida cotidiana, no solamente el lenguaje, sino también el pensamiento y la acción. Nuestro sistema conceptual ordinario, en términos del cual pensamos y actuamos, es fundamentalmente de naturaleza metafórica. Es que hay un componente plástico en la metáfora (sensorial, imaginativo) que suele faltar en el frío concepto; como un cine del cerebro, la metáfora hace ver y sentir cosas. Sin ella, nuestras interacciones se reducirían a un formulario burocrático y estándar.

2. El mundo humano depende cada día más de las máquinas. De la ingeniería de la producción a las comunicaciones, de la administración estatal y privada a la industria de la diversión, de la aventura espacial a las intimidades del cuerpo, el reinado de las máquinas parece absoluto y en vías de seguir aumentando. Si en los albores de la modernidad la imaginación fue capaz de imponer sus sueños a la técnica (basta pensar en el famoso pato de Jacques de Vaucanson, un ave autómata capaz de comer y defecar por su cuenta), hace tiempo que la técnica es la que impone ahora sus sueños a la imaginación. Hoy, la máquina no sólo es la metáfora principal del mundo humano, y en especial del cuerpo humano: se ha convertido en el entorno mítico en el que los seres humanos viven y experimentan el mundo. Entre las criaturas que habitan esta segunda naturaleza vuelta primera, los automóviles (el amplio mundo motor) ostentan un rango privilegiado.

3. “¡Mi reino por un caballo!”, grita Ricardo III en la inmortal tragedia de Shakespeare. “¡Por un caballo de fuerza!”, gritan a diario las hormigas frenéticas de la ciudad, apelotonándose en cada esquina bien aferradas al volante. Algo similar pasa con el celular y los últimos gadgets tecnológicos: la vida parece imposible sin ellos. Aquí, la bella metáfora maquínica, en vez de dar forma a la poesía de la experiencia, se coagula en un carro fúnebre. También cabe pensar en lo que sugiere esa escena de Crash (el film de David Cronenberg, adaptación de la novela implacable de James Ballard) en la que un público alucinado aplaude la reconstrucción, noche tras noche, que un par de extras hacen de accidentes automovilísticos célebres, como el que fundó el mito de James Dean. Los hierros retorcidos de un auto chocado acaso sean una de las más hermosas esculturas que la imaginación técnica pueda soñar.
 



No hay comentarios:

Publicar un comentario