Por: Leandro Bolano
@tbolano
"El campeón mundial sin título"
Haciendo un
repaso sobre las grandes figuras que dejaron una huella indeleble en el deporte
motor mundial, recordamos al piloto brasileño
de Fórmula Uno, José Carlos Pace,
quien murió en un accidente aéreo el 18 de Marzo de 1977.
La ironía se
puso de manifiesto una vez más, y casi empecinada por no dejar desarrollar el punto
máximo del esfuerzo y la dedicación, nos dejó con su recuerdo, tal vez para
inmortalizarlo y que la figura se convierta en un objeto de culto infinito.
Pace, se
transformó principalmente para sus compatriotas, en uno de los mitos más
emblemáticos. Como homenaje al extinto deportista, en 1985
el autódromo de Sao Paulo “Iterlagos” (Brasil) fue rebautizado con el nombre del legendario piloto.
Por la senda que
abrió Emerson Fittipaldi, desfilaron varios deportistas de la misma
nacionalidad, pero Pace, consiguió pasar la exclusiva puerta de la categoría
más importante del automovilismo, gracias a su talento natural para conducir un
bólido de manera sostenida en lo que más le significó su principal distinción… el de ser el más
veloz a la hora de doblar.
Prolijo,
temerario y velocista, “El callado” o “Moco” como se lo apodó por su personalidad austera para entablar una conversación,
pero extremadamente explicito para hacer saber a su equipo sus percepciones y
requisitorias, forjó una imagen distinta
a lo que se conocía en la media de los pilotos de f1.
Condujo para las escuderías, Surtees en la temporada de
1973, y Brabham desde 1975 hasta su muerte en 1977. Su logro más
importante fue sin lugar a dudas, el haber ganado con el “Brabham BT44” en su
propio país (1975) al heredar la punta de la competencia que hasta ese entonces
lideraba el francés Jean Pierre Jarier.
La “torcida” compuesta por compatriotas
y visitantes circunstanciales, lo ovacionó
para coronar un fin de semana inolvidable.
Pero lo más
controversial, fue saber culminado el GP, que Pace, había sellado la prueba en
condiciones de agotamiento físico insoportables para cualquier ser humano, con
lo cual, esa proeza escaló en mucho más reconocimiento.
Como hombre de
palabra y valores inquebrantables, su actitud fue puesta de manifiesto en cada
oportunidad que lo requiriese. Surge de
la historia su apoyo a quienes le dieron su gran oportunidad. El modesto equipo ascendente de la F2 “Surtees” no solo contó
con el pilotaje sino con su compromiso
de seguir trabajando hasta 1975 ante una lluvia de propuestas de equipos top, que querían contar con los servicios del
brasileño.
La llegada al
equipo Brabham, se posibilitó ante la insistencia del visionario hombre de
negocios y propietario del team (Bernie Eclestone) para hacer equipo con el
argentino Carlos Alberto Reutemann.
En una
entrevista exclusiva realizada por la prensa brasileña, Pace comentó sobre
aspectos desconocidos para muchos de sus
seguidores. Entre las preguntas el reportero, insistió en querer saber como el
piloto veía su futuro. “Quiero ser un agricultor. Yo no entiendo mucho de eso,
pero me gusta. Mi objetivo, es tener
una granja”.
Único, claro y
sencillo como pocos, no llegó a cumplir su sueño terrenal. La muerte lo
encontró sentado en una avioneta que se estrelló un día tormentoso en “Sierra de Cantareira”, en el municipio de
Mairiporá, estado de Sao Paulo.
Un gran pesar
conmocionó al mundo motor, desde sus fans, dirigentes y sus rivales dentro de
una pista de carreras como: los hermanos Wilson y Emerson Fittipaldi, Jody
Scheckter, James Hunt, Mario Andretti, Ronnie Peterson, Vittorio Brambilla,
Jacques Laffite, Carlos Alberto Reutemann, John Watson, Gilles Villeneuve, Clay
Regazzoni y Alan Jones, quienes acompañaron estoicos los restos velados en el
Automovil Club de Sao Pablo.
Sin lugar a
dudas, el destino hizo que muchos seguidores no pudieran ver el máximo
potencial de Pace, tal vez, quedará en la historia con la definición del
responsable de la escudería Brabham en aquellos años (Bernie Eclestone) cuando
precisó de su piloto …“Carlos ha sido el
campeón mundial sin título”.
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