jueves, 11 de septiembre de 2014

GONZALO RODRIGUEZ: 15 AÑOS DE ETERNIDAD

NOTICIAS VELOCES
(Recordatorio)
por: Miguel Colazo



El 11 de septiembre de 1999, sin importarle mucho que el año 2000 y el siglo XXI lo estaban esperando con los brazos abiertos, Gonzalo Rodríguez, un muchacho uruguayo que manejaba como los dioses y que tenía por delante un destino de grandeza que tal vez ni él imaginó, decidió remontar vuelo, entrar en la inmortalidad y empezar otro camino de vida diferente, el camino de la eternidad….

En la vida terrenal, dos jóvenes que habían llegado por diferentes rumbos al mismo destino, “Gonchi” y Greg Moore, parecían tener todo muy bien arreglado para el inicio de la nueva centuria, al haber rubricado sus contratos con el mejor equipo norteamericano de todos los tiempos y la mayoría de las categorías, el Penske Racing.

Sin embargo, el destino de las personas tiene caprichos que a veces nadie puede comprender y yo nunca entenderé porqué los dos tuvieron que dejarnos con las ganas de ver una dupla que hubiera sido sensacional y quedamos los admiradores del “Gonchi” y de Greg con un sabor amargo que nunca más se nos fue de la boca.

En términos humanos no encuentro ni consuelo ni razones, pero en términos celestiales si. “Gonchi” y Greg iniciaron una nueva vida en una dimensión diferente a la nuestra, seguramente muchísimo más depurada, que yo llamo eternidad. Me voy a concentrar en el uruguayo porque lo teníamos más cerca y tal vez por eso del sentimiento rioplatense uno lo acercó un poco más al corazón.

Tenía todas las condiciones reales y potenciales para ser quien fue y quien pudo llegar a ser. Empuje, calidad, distinción, no le faltaba nada. Europa lo lanzó al estrellato y Estados Unidos lo recibió para hacer lugar a su sueño americano. Creo que, para cualquier corredor de automóviles del mundo, correr como piloto oficial del equipo de Roger Penske es mucho más que una aspiración, un sueño.

“Gonchi” ya estaba viviendo su sueño, esperando el auto nuevo que, a partir del 2000 le iba a dar la herramienta imbatible para que el alimento de sus ansias se hiciera realidad. Mientras tanto había que penar un poco con el Penske Mercedes que no estaba a la altura de sus antecedentes, pero que era una máquina apenas transicional.

Hasta que llegó el fatídico día de un accidente insólito, en Laguna Seca, una pirueta increíble pero tal vez necesaria para que el hombre dejara de ser hombre y se transformara en ángel.

Gonzalo Rodríguez se fue como un ángel dejándonos a todos nosotros llorándolo como un hombre. Hoy está feliz y contento en la Eternidad celebrando su fiesta de quince años. La eternidad no es un campo virtual, es un campo real, donde por los siglos de los siglos subsiste la esencia de la vida, el núcleo mismo de la existencia. Eso es lo inmortal, no el cuerpo, la esencia, la verdad última de todas las cosas. 

Y la esencia de corredor, amigo, buena persona y todo lo demás que Gonzalo Rodríguez supo sembrar en su corto pero productivo paso entre nosotros, su esencia sigue y seguirá viva en el recuerdo de todos.

Es más, “Gonchi” nos acompaña desde el inconciente colectivo, porque todos los niños hijos de fierreros como nosotros que nacen en Argentina, Uruguay y otros lugares del mundo, ya traen de la memoria genética de sus padres el recuerdo del “golden boy” uruguayo que nos ilusionó en la tierra, pero decidió que era mejor irse al cielo.

Gonzalo Rodríguez no murió nunca, se eternizó, se convirtió en recuerdo vivo, en ejemplo, en símbolo para que sus familiares lo sigan recordando a través de una fundación que hace en su nombre cosas tan maravillosas como las que él hacía al volante de un auto de carrera.

Quince años de eternidad “Gonchi”, Dios te permita que nos ilumines…con todo lo que ya habrás aprendido allá.-

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