(Fórmula Uno)
@tbolano
La máxima categoría del deporte motor, parece estar atravesando una de las
peores épocas en relación a la captación del público y al pobre espectáculo que
ofrece. Los costos para promover un Gran Prix se hacen una verdadera odisea en
muchos de los países fuera de Asia como medio Oriente
y es también un caldo de cultivo para malversar fondos públicos.
Nada nuevo sería decir que la Fórmula Uno es onerosa. La elite de la tecnología
y de la selección de los pilotos más capacitados para manejar un monoplaza
quienes históricamente arribaron por su pericia y otros tantos como pagadores
de una butaca.
Hasta allí nada ha cambiado, pero con el argumento de “Economizar” produjo
cambios radicales en la concepción de la competición con bólidos indomables. De
los legendarios V12, a los V10, V8 Y por último a los V6 quienes perdieron
hasta la voz de grandes galanes y que por estos días parecen más bien a la de
un adolecente en su proyección de ser hombre.
Categóricamente la F1 está perdiendo interés, efecto que también está
acompañado por las últimas acciones de la FIA y su mandamás Bernie Ecclestone,
quienes no hacen valer los principios históricos para aceptar la participación
de los equipos, regulando que los mismos sean de la partida en todas las fechas
del torneo, con cánones y depósitos respaldatorios que aseguren un parque constante y no
fluctuante como en éste 2014.-
Sobre las pérdidas millonarias que ocasiona a un país organizador, la
agencia de noticias Routers publicó (en el mes de Septiembre) que
Australia como anfitrión de la primera
fecha del calendario, tuvo una pérdida de 59,97 Millones de dólares australianos ( 55 Millones
de dólares estadounidenses) La cual es financiada gracias a los contribuyentes
del Estado de Victoria en Melburne.
Este hecho es recurrente y sistemáticamente se produjo en los últimos años,
como así también donde los promotores debieron lidiar con el incremento en los
costos de organización, que cada año variaron de 5 a 8
millones más de lo estipulado.
Pero el caso más significativo sigue siendo España con los Grandes Premios celebrados
en Valencia, en una Europa que también está probando del amargo sabor a la
crisis económica mundial desde hace
algunos años.
Denominado “Gran Premio de Europa “ (al tener ya una fecha en el circuito de Montmeló Barcelona) Valencia se quedó con ese apelativo para
sostener una fecha mundialista durante 5 años consecutivos (2008 al 2012).
La justicia está llevando a cabo una
investigación tendiente a saber que ocurrió con los 62,5 Millones de euros
faltantes en el transcurso de los años en que la F1 transitó por el trazado
urbano y como se contabilizó a los espectadores, llamando la atención la merma
en los datos proporcionados por los organizadores, que pasó de 115.000 en 2008
hasta caer a los 52.000 que pagaron sus tickets en 2012.
El portal de noticias Voz Populi
publicó que en 2008 se recaudaron 27 millones de euros por 78.615 entradas; en 2009, 6,8 millones de euros por 24.439
entradas; en 2010 se recaudaron 8,2 millones por 26.740 entradas; en 2011 la
recaudación ascendió a 6,2 millones de euros por 24.540 entradas; y en 2012, se
obtuvo 4,9 millones por 29.687 entradas.
El
emprendimiento y la negociación con Bernie Ecclestone estuvo a cargo de la
empresa Valmor (empresa encargada de
llevar a cabo el montaje y el desmontaje del Valencia Street Circuit y de
gestionar los derechos de la prueba en sus vertientes comercial y deportiva)
Pese a que
Valmor Sports firmó el contrato con Formula One Administration, la empresa de Bernie Ecclestone, para
organizar siete carreras entre 2008 y 2014, sólo hizo frente al canon de 20,5
millones de euros el primer año. Luego los asumió directamente el Circuito
administrado por la comunidad, sus
contribuyentes y como máximo responsable
el presidente de la Generalidad Valenciana Alberto
Fabra .
Por último, ni
la firma de un contrato parece ser la condición sine qua non para creerse en
condiciones de continuar con lo preestablecido
y consensuado por las partes. Ni el dinero aportado ni la mano estrechada
parecen ser garantía de confianza entre el contratado y el contratante, el
equipo y el piloto, la organización y los sponsor encontrando a un Ecclestone distante en tales
cuestiones y haciendo saber al mundo que: “Solo dejaré la conducción de la F1
en un ataúd”.
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