NOTICIAS VELOCES
(Historias de pilotos)
Pubilcada en la Revista "Al trote" de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Plata en Diciembre de 2012.
Por Germán Hasicic
El automovilismo es un deporte que
despierta pasiones. Pocas veces en la historia surgen personajes capaces de
sembrar entusiasmo y admiración. El brasileño Ayrton Senna da Silva fue uno de
ellos. Con su carismática personalidad tanto dentro como fuera de las pistas,
logró movilizar y cautivar a millones de personas a lo largo y a lo ancho del
mundo.
Perteneciente a una familia de clase media
del barrio paulista de Santana, comenzó a relacionarse con los “fierros” a
temprana edad. El pequeño “Beco” (apodo de niño) se subió por primera vez a un
kart en 1963 con apenas 3 años. Su inquietud por los autos y la velocidad “germinó”
al mismo tiempo que daba sus primeros pasos y aprendía a caminar. A los ocho,
competía con chicos de entre 13 y 18. El deseo de pilotar ya era algo serio,
más que un pasatiempo. Con diecisiete, obtuvo su primer título internacional en
la categoría: resultó un terremoto para el kartismo sudamericano, poniendo un
pie en la Fórmula Ford.
La adaptación en suelo británico no fue
sencilla. El clima y el idioma fueron sus escollos iniciales previos a los
circuitos desconocidos y los nuevos contrincantes. La temporada 1981 lo vio
coronarse campeón, al igual que en 1982 de la FF2000 y del campeonato europeo. Ayrton cosechaba
victorias y laureles, al mismo tiempo que su casco amarillo y verde comenzaba a
transformarse en un emblema.
En 1983, escaló otro peldaño y conquistó el
título de la Fórmula
3. El brasileño ya estaba listo para las “ligas mayores”. Ese año y con sus
jóvenes 23 años, Senna probó su primer Fórmula 1 de la mano de la cual
paradójicamente sería su última escudería: Williams. Los tiempos conseguidos
sorprendieron al propio Frank Williams, quien tuvo palabras de elogio hacia
Ayrton: “Senna estuvo impresionante. Ganó ritmo de competencia fácilmente sin
que tuviera ninguna dificultad. Repitió muchas veces su mejor tiempo y nunca
perdió el control”.Varios equipos lo seguían de cerca: Brabham, McLaren y
Williams. Sin embargo, el equipo británico Toleman se hizo finalmente de los
servicios de Senna, quien en 1984 hizo su ansiado debut en la Fórmula 1.
En su primera participación en el
emblemático circuito de Montecarlo, fue protagonista de una de las carreras más
memorables de la historia. Bajo una lluvia torrencial, se adelantó del noveno
al segundo lugar en apenas 16 vueltas, marcando un ritmo increíble en pista y
poniéndose a 34 segundos por detrás del líder Alain Prost. Su prodigioso manejo
sobre suelo mojado fue la atracción de la jornada. Ayrton acortó distancias con
Prost, quien con un auto claramente superior (McLaren TAG-Porsche) no podía
contrarrestar sus frenéticos embates. Senna logró incluso superarlo, pero los
organizadores decidieron suspender la carrera. Dio su golpe maestro, con clase,
pero sin la aprobación oficial. Una vez finalizada, el paulista declaró: “¿Qué
se puede esperar? Después de todo éste es el circo en el que nos encontramos.
No iban a dejar que Toleman ganara, y menos en Mónaco”.
En 1985, Senna desembarcó en Lotus, donde
permaneció hasta 1987. Ya no era el joven rebelde e intrépido. Aspiraba a ganar
su primer campeonato del mundo a corto plazo. La lluvia de Estoril allanó el
camino a su primera victoria en la categoría en el GP de Portugal. En su
celebración agitó una bandera brasileña, que se convertiría en una marca
registrada. En una vuelta triunfal, la desplegó con orgullo y emoción,
ofrendándole la conquista a toda una nación. En el GP de Mónaco consiguió su
primera victoria (primer piloto brasileño en lograrlo) de las seis que alcanzó
y que le valdría el apodo de “Rey de Mónaco”.
Con Lotus cosechó cinco victorias más. Su
traspaso a otra escudería era inminente. Así, Ron Dennis (director de McLaren)
selló el vínculo con Ayrton para la temporada 1988, donde tendría como
compañero nada más ni nada menos que a Alain Prost. El inicio de una disputa
histórica se ponía en marcha.
En su primer año en McLaren, Senna logró el
anhelado campeonato, obteniendo números impresionantes: ocho victorias y doce
pole position. De esta manera, superó a Prost con contundencia: el alumno se
había convertido en maestro. A partir de su admiración por la conducta de
trabajo de los mecánicos japoneses, Ayrton también comenzaba a tejer su romance
con Honda y los aficionados nipones.
La temporada 1989 puso en evidencia la
conflictiva relación que mantenía con Prost. El circuito de Suzuka fue el
escenario de la gota que rebalsó el vaso. Aquella jornada los McLaren-Honda
giraron a un ritmo diabólico. En al vuelta 47 y apenas medio segundo por detrás
de Prost, Ayrton estiró la frenada para superar al francés, quien con un
volantazo lo sacó de competencia. Con ambos coches fuera del circuito, Senna
consiguió retomar por la escapatoria, llegó al primer lugar y creyó haber
ganado. Sin embargo, Balestre (presidente de la FIA), Prost y compañía ya lo habían decretado:
tercer título para el francés y descalificación para Senna.
Tras la problemática partida de Prost a
Ferrari, en 1990 Senna recibió a quien sería su mejor compañero de equipo:
Gerhard Berger. La armonía volvía al equipo de Dennis. Ayrton logró un nuevo
campeonato, vengándose de Prost en Suzuka. En la largada repitió la maniobra
del francés del año anterior y obtuvo el bicampeonato.
El año 1991 significó el tercer título y el
fin del reinado. La supremacía de los Williams-Renault se evidenció a partir de
la temporada 1992. En 1993, Honda se retiró y puso fin a la exitosa dupla que
vio coronarse a Senna en 3 ocasiones. La falta de competitividad del McLaren
ofuscó a Ayrton, que pese a ello, dio una exhibición de manejo bajo lluvia en
Donington Park aquella temporada. Decepcionado con la performance de su coche
manifestó públicamente que “correría gratis para Williams”.
Fue así que en 1994, Senna cambió su mono
rojo por el azul de la flamante escudería bicampeona. Estaba decidido a
recuperar el trono, sin embargo las cosas fueron muy distintas. Con la reciente
reglamentación que quitaba todo tipo de tecnología asistida, el poderoso
Williams se transformó en un auto híbrido y nervioso en su manejo.
Los abandonos en Interlagos y Aida
significaron el peor comienzo de temporada de Senna. El 1º de mayo de 1994 fue
la fecha en que Ayrton dijo adiós, dejando millones de seguidores y amantes del
deporte consternados con una mueca de tristeza que jamás se podrá borrar. En la
sexta vuelta del circuito de Imola, el coche rozó el pavimento y escapó al
control del brasileño, quien impactó a más de 300km/h el muro de cemento de
Tamburello. Cualquier tarea de rescate fue estéril. Ayrton ya no estaba en este
mundo.
La noticia shockeó al mundo entero. Todo
Brasil lloró su partida con honores de jefe de estado. Más de 250.000 almas
acompañaron al cotejo fúnebre. La tristeza no hallaba parangón alguno. La
admiración de sus compañeros y adversarios, el amor del público japonés, el
respeto y cariño de Juan Manuel Fangio. Todo eso y mucho más generó Ayrton,
quien aún hoy está presente en el corazón de los 4 millones de niños que han
pasado por su fundación “Ayrton Senna”. La “S” de Senna en Interlagos, la
estatua que lo inmortaliza en Imola, las gigantografías del “Rey de Mónaco” en
Montecarlo y la idolatría de generaciones posteriores. Ayrton Senna es el
hombre que trascendió el mito.