Por: Leandro Bolano
Desde que tengo memoria, los domingos fueron sinónimo de mates por la
mañana y asado o pastas al mediodía. Pero aquel día no era tal, si en la radio
desde temprano, no se escuchaba “Carburando”.
De muy pequeño, sintonizaba radio Rivadavia y me llevaba el artefacto hasta
el patio de mi casa. Ahí con una tiza mojada trazaba un circuito dependiendo de
la fecha. Si la competencia se hacía en un semipermanente, los trazos eran
extensos y si por el contrario eran en circuitos establecidos, dibujaba boxes,
pianos y hasta los espectadores en las
tribunas.
Con plastilina, moldeaba las trompas
y tomas de aire en de los autitos de colección y al solo timbre del primer relato en el éter,
comenzaba a jugar creando mi propio contexto ficticio pero sumamente real
también.
Todo preparado. Hasta improvisaba una avioneta con un carretel de hilo de
cocer al que le pegaba un palito de helado
en forma de cruz, para representar en el que viajaba el “Mono” Gagliardi “adelante el avión, adelante el avión”.
Juro que el primer acorde de la música de presentación de la transmisión me
hacía transpirar y poner en estado exitación. Sin lugar a dudas, yo comenzaba a
ser piloto, espectador, y sobre todas
las cosas un niño feliz.
Durante buena parte de los 40 años que tengo, Carburando significó para mi,
una cuota significativa de mi identidad.
Compartiendo los relatos con mis amigos, solo y también con mi viejo del que
heredé mi pasión por los fierros.
Tanto “Cacho” y Cristian Rouco, “Tití”Camps
y Marcelo Mercado, supieron darle vida propia a cualquier
acontecimiento, siempre haciendo llegar
al oyente hasta cualquier autódromo,
cumpliendo con el rol fundamental de la radio … acortar las distancias , informar y ser
una compañía.
Hoy la trayectoria parece no cotizar en el medio, pero para muchos como yo,
se desoja el hábito y la costumbre, como así, una forma irrepetible de vivir el
automovilismo.
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