(Opinión)
por: Leandro Bolano
(@tbolano)
Si vamos a la definición de
deporte podremos encontrar que: “es toda aquella actividad que requiere de un
reglamento para ser practicada con igualdad entre sus participantes”. Ahora…
como sería la nueva definición del deporte si las reglas se cambian
convenientemente a favor del negocio con
fines de lucro del espectáculo?
Seguramente dejaría de ser un
deporte y con ello quienes trabajaron en la proyección de resultados valederos en
una instancia anterior, se ven obligados a cambiar el rumbo por ser quienes de
alguna manera neutralizan las acciones del resto.
Poco serio y responsable es la administración del espíritu deportivo que acentúa
la categoría más antigua del mundo. Los cambios son molestos para todos y hasta en la vida cotidiana de
cualquier ser humano, pero… aquí se movilizan pasiones y estados de pertenencia,
a marcas y pilotos.
Desde lo pactado con la
televisación para todos, que dicho sea de paso nos deja siempre con las ganas
de ver por la Tv a las series del TC Pista y creando un perjuicio sobre los
equipos que necesitan imperiosamente mostrar sus publicidades... “a Todos” y
sin embargo no tienen eco y resultan presos de los exorbitantes valores que
permiten a un piloto correr por solo 30 minutos de aire.
Los valores anti-populares de los
ingresos y llamar a la familia del TC
que se sume a la fiesta de unos pocos, termina por indigestar hasta el más sano
de los fieles seguidores.
La distorsión entre lo histórico y
lo actual se ve reflejado en los cambios autoritarios y también en la
desobediencia de su público, quienes al parecer por los números de asistencia a
los circuitos diseminados y elegidos políticamente, demuestran unos escases
importantes de concurrencia.
Debe ser que todavía me quedan
los resabios del romanticismo por lo más genuino… ver carreras de autos y dar
cuenta de que quien gana, lo hizo porque realmente trabajó por ese objetivo y
que también cuando veo a los amigos y a
la familia en un autódromo, lo hacen porque
se sienten parte del folklore.
El tiempo pasa y los intereses
comerciales y económicos parecen borrar la historia y la concepción lúdica de
correr para ganar y también la de ser espectadores para observar el esfuerzo de muchos pilotos y grupos de
trabajo quienes no encuentran un nicho de estabilidad que les permita proyectar
el trabajo a futuro.
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